Psicólogos Igartua

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El útero, el hogar del bebé

El útero es el hogar del niño durante nueve meses. Todo lo que el bebé experimenta antes de nacer queda almacenado en su cuerpo, en sus células y en su sistema nervioso. Desde el principio, somos seres conscientes. Cuando venimos al mundo tenemos esos nueve meses de vida, por tanto, nuestro cumpleaños debería celebrarse a los tres meses de nuestro nacimiento. Nuestra vida psíquica comienza incluso antes de nacer; los seres humanos perciben, sienten y reconocen estando en el útero.

El útero es el hogar del niño durante nueve meses. Todo lo que el bebé experimenta antes de nacer queda almacenado en su cuerpo, en sus células y en su sistema nervioso. Desde el principio, somos seres conscientes. Cuando venimos al mundo tenemos esos nueve meses de vida, por tanto, nuestro cumpleaños debería celebrarse a los tres meses de nuestro nacimiento. Nuestra vida psíquica comienza incluso antes de nacer; los seres humanos perciben, sienten y reconocen estando en el útero.

 


Existe una consciencia preverbal; la mayor parte de los procesos psíquicos son inconscientes y tan solo recordamos un pequeño porcentaje de nuestras percepciones, sentimientos y pensamientos. Un bebé parte de una fusión simbiótica con su madre, en la cual no puede distinguir con claridad entre él y ella. Se da, por tanto, una dependencia física y psíquica que se ve frustrada si la madre no es capaz de conectar con el bebé; esta desconexión supone una gran amenaza para el niño. Lo que llamamos trastornos o enfermedades son las manifestaciones de nuestro cuerpo como respuesta a las malas relaciones interpersonales que hemos vivido y que nos hacen sentirnos desvalidos, impotentes, traumatizados y atrapados. Estas carencias relacionales se muestran en síntomas físicos y psíquicos.

 


Nuestra madre es la que nos programa la manera de lidiar, adaptar y afrontar el estrés. Los traumas no trabajados se reactivan con el embarazo; la madre puede entrar en una hiperexcitación crónica que transmite al feto a través del cordón umbilical. La mujer embarazada reproduce inconscientemente el vínculo que ella vivió en su seno materno. Asimismo, el padre conecta con sus experiencias infantiles y si estas fueron traumáticas y dolorosas, su futura paternidad le provocará ansiedad, estrés y tensión. A un bebé se le hace muy difícil refugiarse mentalmente en una madre traumatizada y tampoco puede establecer un vínculo emocional sano con ella.

 


El trauma simbiótico se da cuando un niño no recibe las necesidades de afecto y cariño de su madre. Se siente en un estado de indefensión, desamparo e impotencia. Para sobrevivir, escinde las experiencias del miedo a la muerte, al dolor, la ira y la tristeza que le genera sentirse rechazado. Se da una fragmentación psíquica, se suprimen más reacciones de estrés y la sobreexcitación interna deja de exteriorizarse atacando al cuerpo y a la mente al no encontrar una salida. Los bebés son indefensos y al ser la madre la agresora o el padre, la víctima no puede asumir que quien tiene que cuidarle y protegerle le haga daño, por tanto, los idealizan y piensan que son ellos los culpables. Amar es aceptar al otro, dar afecto, ayuda y fomentar el desarrollo. Satisfacer las necesidades y proporcionar protección, acoger y dejar que la otra persona pueda diferenciarse como individuo, respetando su forma de pensar, sentir, desear y comportarse.

 


Los padres traumatizados no pueden ofrecer esta forma de amar; su capacidad de apego está afectada y no cuentan con habilidades ni recursos emocionales ni mentales para ofrecer a sus hijos la atención y cariño que necesitan. Solo cuando los padres son conscientes de sus propios traumas y han sanado sus heridas podrán darse cuenta de lo que han hecho a sus hijos.

 


Madres agresoras son aquellas que han intentado abortar o quitarse la vida junto a sus bebés, que han consumido drogas durante el embarazo, aquellas que niegan el contacto con su piel al recién nacido, que cierran los ojos o miran a otro lado ante cualquier tipo de maltrato. Las causas son muchas, entre ellas ser jóvenes, no tener educación, haber carecido de madre, haber sufrido situaciones de maltrato, quedar embarazada varias veces en poco tiempo, tener un hijo sin haberlo deseado. Estas madres serán emocionalmente inaccesibles e incapaces de amar.

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